Bienvenidos y bienvenidas

Estimadas y estimados colegas :



Les escribo estas breves palabras para desearles que estén muy bien, tanto en el trabajo como en sus vidas privadas. He sentido la necesidad de comunicarme con ustedes y manifestarles que para mi siempre es un agrado trabajar con los grupos que se conforman en las acciones que emprendemos como Sociedad Educacional DEPUNET Limitada. Les recomiendo dar un doble clic sobre el icono de DEPUNET y tendrán más información sobre la consultora, como también sobre la foto del Profesor.



Conozco la cantidad de trabajo que tenemos todos en estas tareas educacionales, pero si repartimos las responsabilidades y las actividades el esfuerzo será menor para cada uno de nosotros. Creo que una forma adecuada es ir avanzando paso a paso y verán ustedes que llegaremos a nuestro producto final (un PDEI para cada establecimiento) sin darnos cuenta. Las fechas pueden ser más flexibles y lo importante que el año escolar 2010 y siguientes nos encuentre con un trabajo bien realizado, en función de ofrecer una mejor calidad educativa en nuestros establecimientos educacionales, a nuestros alumnos/as y sus familias. Por eso he prepardo este blog para comunicarles y comunicarnos de manera permanente. Nuesto correo electrónico sigue siendo depunet@gmail.com y es una muy buena opción de comunicación a distancia.

Por todo esto, reciban de mi parte y nuestro equipo un saludo cordial en la esperanza de poder realizar un trabajo educativo interesante para todos.

Bienvenidos y bienvenidas a este esfuerzo de comunicación pedagógica a distancia.



Gabriel de Pujadas H.

domingo, 18 de octubre de 2009

ELABORACION DE LA ESTRUCTURA DE UN PROYECTO DE DESARROLLO EDUCATIVO INSTITUCIONAL (PDEI)


1. Introducción.
2. Definición sobre las modalidades de trabajo del equipo generador.
 3. Visión.                                                                  
4. Diagnóstico.
5. Misión.
6. Fundamentación Educativa: Curricular  y Pedagógica.
7. Objetivos.
8. Valores específicos.          
9. Competencias de distinto tipo: de desarrollo personal, de auto aprendizaje, de interacción social,  de conocimientos,  técnicas.
10. Recursos necesarios y potenciales: (humanos, tecnológicos, financieros, infraestructura, infológicos).
11. Fijación de Metas.
12. Estrategias de logro (los caminos a seguir) y acciones específicas: cuadro de entrada simple.
13. Etapas de realización: cronograma y responsables por etapas y acciones.                
14. Evaluaciones: Ex ante, Durante y Ex post.
15. Proceso  de retroalimentación.
16. Definición sobre la gestión para el proceso de ejecución de un PDEI.

1.        Introducción.

Siempre en la introducción se expresa el objetivo principal del documento, como también sus partes más importantes o la agrupación de las mismas.

La introducción debe ser desarrollada antes de escribir el documento y no es una consecuencia del mismo, sino una aclaración previa de lo que queremos lograr con el desarrollo del documento. La tendencia es, en muchas ocasiones, a desarrollar la Introducción después de haber terminado el documento, lo cual demuestra sólo la falta de claridad inicial sobre lo que se quería lograr específicamente al comenzar el trabajo.

2.        Definición sobre las modalidades de trabajo del equipo generador.

Todo trabajo de elaboración implica un esfuerzo individual o comunitario. En la elaboración de un PDEI, por ser un producto colectivo de trabajo en equipo, se supone que se realiza un trabajo comunitario en donde cada cual aporta elementos para esa construcción común, en la cual participan todos los estamentos del establecimiento educativo.

De ahí la importancia de tomar acuerdos sobre el cómo realizarán la tarea de desarrollar el documento de un PDEI. La delimitación de funciones y actividades de parte de los componentes de la comunidad educativa debe ser hecha como una propuesta participativa por parte del Director del establecimiento educacional, entre cuyos elementos debe conformarse un “Equipo Generador” del documento de diseño y en lo posible, de la etapa posterior de ejecución del PDEI.

3.         Visión.

La Visión constituye una parte importante de la elaboración de un PDEI, en la medida que ésta constituye la orientación global-contextual del medio en el cual se desarrollará el Proyecto. No es necesariamente una cristalización en el tiempo y el espacio del medio circundante del establecimiento, sino que es una  mirada o perspectiva en la cual se ubica éste. Es un “deber ser educativo” que guiará el desarrollo del PDEI y en el cual se incluyen aspectos propios a la cultura, la vida social, económica y la historia en la cual se ubica el centro, como también los valores que se sustentan de manera general, sin llegar a concretarlos en su enunciado en la persona de los alumnos/as.

4.         Diagnóstico.

            Es la etapa de análisis de las variables que intervienen en la vida del establecimiento educacional y que deben seleccionarse de acuerdo a la visión que se ha establecido para el desarrollo de éste. No es una evaluación, ya que ésta se realiza comparando dos situaciones similares en dos o más momentos distintos. El diagnóstico, por el contrario, es una mirada original a la realidad educacional, de acuerdo a lo que pensamos que ella debe ser (Visión) con sus distintos elementos (actores, estructuras, objetivos, metas, recu8rsos, etc.). El diagnóstico nos permite elaborar etapas más concretas que la Visión misma, ubicándolas en un tiempo y un espacio determinado, elementos que no se contemplan rigurosamente en la elaboración de la Visión.

5.        Misión.
La Misión, a diferencia de la Visión, es una mirada del “deber ser educativo” pero ubicado en un tiempo y espacio determinado, en la cual se incluyen los distintos elementos que integran en la realidad un establecimiento educacional, sus propósitos más concretos y una visión de los alumnos/as que queremos formar.
6.         Fundamentación Educativa: curricular  y pedagógica.
Todo PDEI debe tener una fundamentación educativa de carácter curricular y pedagógico, pues es la misma la que le da el sentido educativo a este Proyecto. Estos dos elementos, de carácter específicamente educativos, son los que le dan al PDEI un fundamento teórico de orientación práctica, pues a través de los mismos se fijan las orientaciones sobre lo que queremos hacer y que caminos queremos recorrer en el proceso educativo (planes, programas actividades, acciones, etc.), como también expresar la forma y estrategias que utilizaremos pedagógicamente para llevar a cabo nuestra acción educativa en el aula y cuál debería ser el comportamiento de los actores educativos en esta instancia (especialmente profesores y alumnos), incluyendo en ellos a todos aquellos que tengan una injerencia directa en las acciones pedagógicas en el marco de un contexto curricular.
7.         Objetivos del quehacer educativo.

La fijación de objetivos debe basarse en los elementos explicados anteriormente, pero desde la perspectiva de lo que queremos lograr en términos de aprendizaje y desarrollo de los alumnos. Esto no quiere decir, en ningún caso, que no se deban fijar objetivos de la enseñanza, pues esta es junto con los otros componentes una triada indisoluble del quehacer pedagógico: enseñanza+aprendizaje+desarrollo.

Los objetivos, como su nombre lo indica, deben ser claros, precisos, expresados sin mucha rimbombancia, apuntando al desarrollo integral y al aprendizaje de los alumnos, para lo cual debemos tener un claro diagnóstico de los mismos y desde ahí proyectar nuestro accionar.

Es preciso recordar que los objetivos corresponden a conductas, sentimientos, pensamientos, habilidades, destrezas, manejo corporal, etc. que deben lograr los alumnos, para lograr superar las brechas existentes entre el diagnósticos realizado por nosotros y el deber ser educativo que pretendemos lograr al fijar dichos objetivos. En este sentido los objetivos del quehacer educativo son luces que nos iluminan, pero que a la vez nos exigen decidir sobre las mejores y más adecuadas estrategias para lograr aprendizajes significativos (es decir, pertinentes) y el desarrollo consecuente de nuestros alumnos.

8.        Valores específicos.
Una tarea importante en el diseño de todo PDEI, es aclarar y resaltar, explícitamente,  cuáles son los valores que queremos trasmitir a los alumnos de acuerdo a los valores que sustentamos como comunidad educativa o como grupo gestionador del establecimiento educacional. Y decimos trasmitir, pues los valores no existen solo como entidades ajenas a nuestra conciencia o a nuestra capacidad de apreciar el mundo, sino existen como entes sociales, con los cuales convivimos cotidianamente.
Lo importante es desentrañar pedagógica y curricularmente cuales serán esos valores que guiarán nuestro quehacer educativo, pues estos constituyen un elemento importante en la configuración de la identidad y desarrollo del ser humano. Por otra parte, son estos valores los que guiarán la existencia futura de nuestros alumnos.
También es importante resaltar que los valores no son entelequias intelectuales que se puedan enseñar, como una materia más del currículo escolar, sino que los mismos  se forman de acuerdo a los modelos personales y de vida con los cuales los alumnos se encuentran en su vida familiar y escolar. En este sentido los educadores tenemos un rol muy importante en la formación de los valores que los propios alumnos vayan gestando en su propio ser personal.
De ahí también la importancia de no dejarlos de considerar en toda elaboración de un PDEI.
9.        Competencias de distinto tipo: de desarrollo personal, de autoaprendizaje, de interacción social,  de conocimientos,  técnicas.
Las competencias o capacidades que se deben desarrollar en los alumnos constituyen otro de los elementos fundamentales de todo diseño de un PDEI. Hoy se estila mucho a hablar de competencias (del inglés “competences”) en vez de capacidades, como un algo muy diferente al desarrollo de las potencialidades que todo ser humano va teniendo en el transcurso de su vida y que antiguamente eran parte del quehacer cotidiano de los establecimientos educacionales. La diferencia de nombre no es menor, en la medida que las competencias hoy son vistas como entes aislados en el quehacer pedagógico y se les ha dado una relevancia mayor de la que deberían tener, pues han ido adquiriendo una fisonomía discursiva propia, aislada de los contextos de la filosofía educacional y los planteamientos curriculares y pedagógicos que todo PDEI debe tener. La especialización sobre las competencias es algo que hoy se presenta en la vida discursiva del quehacer pedagógico, como algo totalmente nuevo e innovador.
De acuerdo a esta salvedad es que proponemos para este trabajo cinco tipos de competencias que desarrollaremos a su debido tiempo, en el transcurso del proceso educativo que nos tocará vivir en estos meses: de desarrollo personal, de auto aprendizaje, de interacción social,  de conocimientos,  técnicas.

10.      Recursos necesarios y potenciales: (humanos, tecnológicos, financieros, infraestructura, infológicos).
Sin entrar a un análisis detallado de los recursos,  que son elementos también esenciales de un PDEI, nos parece apropiado plantear aquí la diferencia entre los recursos reales con los cuales cuenta el establecimiento educacional y los recursos potenciales que se pueden descubrir y utilizar. Esto, de acuerdo a la muy antigua perspectiva de que la realidad tienen en sí misma una potencialidad que poco de la misma hemos podido descubrir y utilizar para beneficio, en este caso, de la tarea educativa.
Por eso es importante recalcar que los recursos existentes, es decir, los que a primera vista podemos inventariar, son solo una parte de los recursos que podemos utilizar para nuestra tarea pedagógica. Existen otros recursos que son los llamados potenciales, es decir, aquellos que están a nuestra disposición, pero que no utilizamos. Nos referimos no solo a recursos tangibles, sino a aquellos recursos denominados intangibles, que están dentro del amplio espectro de las potencialidades que nos ofrece la realidad y que no utilizamos por mantener estructuras mentales muy rígidas y acostumbradas a un tipo de acción pedagógica y no a otras.
Esta situación, que es normal en todo ser humano y que le permite ahorro de energías (lo conocido es más amigable que lo desconocido), tiene una cara negativa, que es justamente no saber aprovechar las potencialidades que nos ofrecería la realidad si tuviésemos la conciencia abierta para sustraer de ella toda la riqueza que hay en la misma. Nos referimos en este caso, a las estructuras formales de conocimiento y los contenidos de las mismas, que serán parte de los temas que trataremos en el proceso que debemos vivir en esta construcción de un PDEI para cada establecimiento educacional.
11.       Fijación de Metas.
Una tarea importante para darle carne y textura a un PDEI es saber cuánto queremos lograr con nuestro accionar. En este sentido si tenemos bien definidos los objetivos de nuestro quehacer educativo, tenemos gran parte de la tarea hecha. Solo falta convertir esos objetivos, enunciados teóricamente en enunciados medibles y cuantificables. Por eso se dice que las metas son objetivos cuantificados. Es decir, una meta es lo mismo que un objetivo, pero llevado a la cuantificación y debe, por lo mismo, existir plena concordancia entre unos y otras.
Las metas deben equilibrarse, sin que estas se fijen muy reducidamente (para protegerse de evaluaciones a posteriori, muy duras) o muy inalcanzables, por pérdida de sentido de realidad, es decir, por un mal diagnóstico de carencias y medios.

12.      Estrategias de logro (los caminos a seguir) y acciones específicas: cuadro de entrada simple.
El arte de conseguir determinados objetivos y metas significa equilibrar adecuadamente las estrategias que es preciso seguir para el logro de los fines que perseguimos. En el caso educativo, las estrategias significan fijar  los caminos curriculares y pedagógicos que asumiremos para llevar adelante nuestra tarea de lograr una educación adecuada y pertinente a nuestros alumnos. Esos caminos son diversos y dependerá mucho de la etapa del conocimiento con la cual comencemos nuestra tarea pedagógica de enseñanza y aprendizaje. Es muy distinto comenzar el aprendiz con la utilización de nuestros sentidos mediante la sensación, a comenzar dicho aprendizaje con la idea o concepto para desde ahí emitir juicios y raciocinios.
Como lo veremos en el transcurso de esta construcción comunitaria de nuestros propios PDEI, la escalera del conocimiento, como yo la denomino, es compleja y sobre ella deberemos tomar las decisiones estrategias de inicio y término de los contenidos que intentamos enseñar.   

13.      Etapas de realización: cronograma y responsables por etapas y acciones.
Una no menos importante tarea al construir un PDEI es elaborar una tabla de entrada simple que nos permita, por una parte, distinguir las etapas de esta construcción, como también las acciones involucradas y quiénes serán los actores participantes y responsables de las mismas.
Esto permite aclarar los plazos (tiempo) y ubicar con claridad las acciones, responsables y participantes en las mismas (espacio), con lo cual tenemos configurado un escenario que nos permite tener y aplicar medidas de control y evaluación (formativa) en relación a los procesos que se están viviendo.
         
14.      Evaluaciones: Ex ante, Durante y Ex post.

Toda tarea o toda obra necesitan de estar en permanente evaluación, lo que nos permite, por una parte, corregir los errores que se vayan produciendo o, sencillamente, mejorar las tareas que hemos emprendido. Por eso es primordial tener un buen sistema de evaluación que nos informe sobre los logros alcanzados, las carencias que tenemos y las acciones que van adelantadas, fuera de curso.

Como mínimo debemos aplicarnos en realizar acciones de evaluación al comienzo del proceso, durante el mismo y posteriormente para hacer evaluaciones de resultados y de impacto en el universo que queremos influir.
La evaluación nos permite pisar tierra con firmeza, por los datos que nos proporciona, pero a la vez, nos permite pensar en los cambios e innovaciones que podemos realizar con un sentido realista. La evaluación, en otras palabras, es una herramienta de gran utilidad en toda tarea de construcción educativa, más aún cuando las generaciones de alumnos pasan y entran al sistema educacional con cambios culturales que a primera vista no son perceptibles a la simple mirada. De ahí que las evaluaciones sean un imperativo que debemos asumir como un medio de perfeccionar nuestra tarea educativa, más aún cuando está en juego un proyecto institucional como lo sería un PDEI.   


15.      Proceso  de retroalimentación.

Bien entendido un proceso de retroalimentación significa que es una mirada desde la realidad hacia el pasado con el cual la comparamos mediante los diagnósticos y evaluaciones llevadas a cabo.

La retroalimentación en lo posible debe influir en toda la comunidad educacional, como un medio de toma de conciencia de las dificultades y desafíos que tenemos por delante.

Esta es una posibilidad abierta al diálogo educativo, a la sana crítica y a la construcción del futuro educacional de las nuevas y actuales generaciones de alumnos.


16.       Definición sobre la gestión para el proceso de ejecución de un PDEI.

Casi como un paso final, para cerrar un ciclo que debe comenzar con otro similar de mejoría educativa, es preciso definir, una vez conocidos los equipos de trabajo que se han conformado, con sus características propias (de virtudes y defectos), determinar cuáles serán los equipos, ya no generadores del PDEI, sino los equipos ejecutores del mismo.

Esta decisión, nos parece conveniente, hacerla de manera democrática y participativa, pero respetándolas estructuras de autoridad educacional existentes. Se trata de dar cabida a miembros destacados de la comunidad educativa, para que aporten sus mejores esfuerzos a esta tarea de construcción comunitaria, no olvidando que en muchos casos un buen elaborador no es necesariamente un buen ejecutor.

Las normativas educacionales existentes deben dar paso a una construcción innovadora, especialmente buscando desarrollar una identidad propia del establecimiento educacional que se plasme en el PDEI que construiremos en conjunto, como equipos de trabajo.



viernes, 16 de octubre de 2009

II. SEGUNDO MODULO: Los énfasis pedagógicos y curriculares en una nueva cultura educacional.



“Todas las personas piensan la realidad desde su propia perspectiva, pero todos los hombres, en las distintas épocas, le dan énfasis distintos a esas interpretaciones”


II. 1. Enfasis pedagógicos en el proceso de enseñanza-aprendizaje.

Durante muchos años, en la historia de la educación moderna, los énfasis pedagógicos han sido focalizados en distintos ámbitos del quehacer educativo cotidiano, en los cuales siempre está puesta en cuestión la importancia que los actores educativos tienen en los procesos educativos. Es así como se han dado énfasis de muy distinta manera, que nosotros no quisiéramos presentarlos como formas excluyentes, sino como modos complementarios que están siempre presentes en la acción pedagógica de los educadores y educadoras.

jueves, 1 de octubre de 2009

I.- PRIMER MODULO: La reflexión filosófica-antropológica y curricular en el diseño de un PDEI


“Si solo sabes mirar los árboles, pero no eres capaz de mirar el bosque, jamás podrás saber por donde caminas y hacia donde vas”

I.1.- La idea del deber ser educativo
Todo proceso educativo se lleva a cabo siguiendo un ideario u orientación, implícita o explícita, que guía el diseño curricular y la acción pedagógica que se pone en marcha para el logro de ciertos objetivos educacionales que se pretenden alcanzar. No es posible afirmar que el proceso educacional es neutro, en el sentido de que no es intencional, es decir, que no tiene un ideal de persona que se quiere formar.
Hasta donde es posible afirmarlo, siempre en un proceso educativo existe, de parte de aquel que lo dirige, una intencional finalista, ya sea que ésta se presente de manera explícita o sencillamente quede no manifiesta. Pero que existe siempre, no es posible negarlo. Se hace válido en este caso la afirmación aristotélica de que el actuar sigue al ser. Solo no lo explicitarían aquellos que quieren utilizar los procesos educativos como medios para implantar o socializar una idea que no desean que se conozca y se ponga en cuestionamiento. De ahí  la importancia de la discusión filosófica sobre el tema, ya que ello nos permite aclarar, hacer publico, oxigenar, el tema de las finalidades e intencionalidades educativas.

Seguidores

TEXTOS DE APORTE REFLEXIVO



Los cambios del hombre: Polvo al polvo y agua al agua, del Dr. Dino G. Salinas

Oct. 16 , 2009 (Diario La Tercera)

Además de interesante, concebir el futuro de la especie humana nos obliga a dirigir nuestra atención a las fuerzas del cambio. Aunque no podamos intervenir para controlar dichos cambios, la comprensión de tales fuerzas genera aceptación y consuelo por lo inevitable. Distingo tres escalas temporales de este cambio permanente. De menor a mayor escala: la vida del hombre, la evolución de la civilización y la evolución biológica.

La vida del hombre, para algunos, comienza con la fecundación. A partir de entonces hay un avance sostenido hacia la cúspide del desarrollo. Después sobreviene el envejecimiento, el que también es un proceso determinado genéticamente, culminando con la muerte.

La concepción programada del envejecimiento, como una partitura cuya interpretación es una secuencia de etapas metabólicas degenerativas que nos llevan finalmente a la muerte, se desarrolló en las últimas décadas. Se ha estudiado el caso de unos tomates que nunca maduraban, a pesar de estar en su mata, descubriéndose que se habían imposibilitado cambios genéticos que eran responsables de la maduración o envejecimiento del fruto. A partir de estudios de este tipo se ha avanzado mucho y se acepta la idea de que el envejecimiento se debe en parte a señales moleculares debidas a la expresión génica, operando como un reloj que comanda un proceso continuo de autodestrucción, con un inicio sutil. Esta visión es compatible con la que establece que el envejecimiento se ve favorecido con los cambios ambientales, como la falta de antioxidantes y un exceso de ingesta calórica, ambos productos de una mala alimentación.

Estamos tan bien adaptados que, en condiciones normales, la posibilidad de una muerte en la ancianidad no suele deprimirnos de jóvenes, permitiendo que cumplamos con nuestras labores diarias, persiguiendo con entusiasmo objetivos que aseguren un futuro esplendoroso. Sin embargo, a veces es importante ser conscientes de nuestra finitud mundana, aunque sólo sea para cumplir con algunos de los proyectos más apremiantes.

Las unidades de medición que usamos a diario son tan pequeñas comparadas con una vida humana que resultan poco útiles para concebir nuestra propia mortalidad. Hablamos de horas, días y años. Considerando que para el año 2020, se estima una esperanza de vida al nacer de 80 años, habría que emplear unidades más grandes y que hayan sido vivenciadas por el mismo mortal, para que se perciban como realizables.

Hace años descubrí que a un adolescente se le puede hablar en unidades de mundiales de fútbol para impresionarlo y hacer que aproveche su tiempo. Si cursa primero medio y está atento por esos días a un mundial, con naturalidad se le dice que para el próximo mundial él debería estar ya en la universidad. La universidad está lejana en su mente, pero el próximo mundial es tan inminente como lo era el de ahora hace unos años. “Si los mundiales pasan tan rápido, la universidad llegará de la misma forma”, pensará. Da resultado, créanme. La cronoconsciencia se nota en su semblante.

Para hablar del tiempo que nos separa de la muerte tengo una unidad mucho más macabra: “La vida de un perro”. La mayoría hemos criado a un perro durante todo su ciclo de vida. Tendemos a considerar su vida muy corta en relación a la nuestra, aunque no lo suficientemente corta como para considerar a la sucesión de nuestras mascotas como granos de un reloj de arena. Decirle a un adulto joven que, cuando mucho, le quedan sólo el equivalente a dos o tres vidas de un perro, hará que piense más seriamente en su plan de jubilación, eso si no quiere ir más allá con su imaginación. ¿Cuántos perros alcanzaré a criar en sucesión hasta el día fatal? Obvio, depende del perro, pero el resultado está ineludiblemente acotado.

A menudo estos temas se ignoran y se refuerzan con una visión homocéntrica del mundo, todo sea para concretar ese anhelo de privilegio y eternidad. La verdad, como humanos, quisiéramos singularidad frente a cualquier otra especie animal o forma de vida, e incluso los elementos que nos constituyen. Esto origina algunas falacias, a las que denomino falacias homocéntricas.

Falacia homocéntrica 1: Polvo eres y en polvo serás tornado.

Nuestro homocentrismo tiene rasgos puramente narcisistas. Basados en la termodinámica, sabemos que somos sistemas disipativos en los que, al final, el gasto energético que nos aleja del desorden perderá la batalla, quedando nosotros dispersos, distribuidos según 30 % de cenizas y 70 % de agua; efecto a corto plazo comparado con otros de escala cósmica en los que ni siquiera tendría sentido decir agua. Sin embargo, deseamos que se nos recuerde según el porcentaje menor de cenizas, ignorando al agua, tal vez porque la consideramos demasiado simple y disponible. Desechamos el 70 % de nuestra masa y atesoramos en un ánfora el 30 % restante. Qué poético sería si, al momento de esparcir nuestras cenizas, nuestros amigos bebieran un vaso de nuestra agua. “Polvo al polvo y agua al agua… Salud!!” Así debería decirse en ese instante, mientras que las cenizas se esparzan al viento.

Falacia homocéntrica 2: Los gametos tienen como propósito nuestra reproducción.

La biología no reconoce intensiones aun cuando sí encuentra funciones. Los procesos no ocurren “para”, sino “porque”. Bien podemos considerarnos a nosotros mismos como gametos de nuestros gametos. Es decir, óvulos y espermios se reproducen “valiéndose” de nosotros, de nuestras vidas con todas nuestras experiencias, penas, alegrías e ilusiones. Desde esa perspectiva, somos parte de un ciclo reproductivo que favorece a células germinales manipuladoras.

La segunda escala temporal, incluye la evolución cultural de la información, (“memética”) y la evolución tecnológica, considerando la relación hombre-máquina. Abarca, como máximo, el fin de las civilizaciones, con todo el desencaje tecnológico que impediría que una civilización posterior interprete los datos de una civilización anterior. Lo resumo en este cuento (“La ciudad perdida”, enviado infructuosamente en una ocasión al concurso Santiago en 100 Palabras ):

“Los arqueólogos dijeron que se trata de una ciudad enterrada. Por la enorme cantidad de vehículos, acostumbraban vivir lejos de su lugar de trabajo. Confirmaron la existencia de maestros místicos que vivían de lo que encontraban en la basura. También se hallaron unos discos… No hay forma de leerlos. Lo único que sabemos de su cultura son algunas portadas de diarios de “farándula”. En la zona al oriente de la estatua de un general y su caballo, junto a algunos esqueletos, yacían bolsitas de silicona… parece que eran objetos de culto con los que enterraban a sus muertos…”

Suponer que una civilización en su máximo esplendor implica la superioridad sobre las demás especies es otra falacia homocéntrica, ahora correspondiente a esta segunda escala temporal.

Falacia homocéntrica 3: Somos la especie más exitosa.

Es cierto que somos la especie mejor adaptada. Podemos estar en ambientes extremos y eso es fruto de la tecnología que nos provee de refugio, trajes presurizados y control térmico. Sin embargo, si consideramos a la especie más exitosa como aquella que logra una reproducción más numerosa, ya hay quienes han sugerido que el trigo es más exitoso que el hombre, por cuanto nos utiliza, valiéndose de toda una civilización nuestra abocada a su cultivo. La humanidad completa es sostenedora del grano de trigo.

El tercer nivel de escala temporal de cambio del hombre, la evolución biológica futura, no la discutiré aquí. Se ha determinado que la evolución del hombre, en los últimos diez mil años, ha sido hasta 100 veces más rápida que en todo el resto del período de existencia de la especie. Después de ver las evidencias, opino que esta evolución tardía está plagada de anecdotillas de cambios genéticos ocasionados por cambios en hábitos alimentarios, condiciones de vida o hitos epidemiológicos, pero que, para que dicho enfoque tenga relevancia, ha de centrarse en la evolución de la inteligencia y la consciencia. Ambos conceptos no están lo suficientemente bien definido.

La inteligencia, además de mal definida y mal estimada cuantitativamente, es dependiente de tal cantidad de genes y factores ambientales conjugados que creo que es crucial establecer previamente estos aspectos, como una forma de cimentar el estudio de la deriva evolutiva actual del hombre (para asistir a un descuartizamiento del concepto de “coeficiente intelectual”, leer al biólogo Stephen Jay Gould, en su libro “La falsa medida del hombre”).

Afortunadamente, la concepción espiritual del ser humano requiere que consideramos que el todo es más que la suma de las partes. Pueden elegir estar o no de acuerdo conmigo en un pensamiento ocioso típico: “¿Si cada átomo de mi cuerpo lo cambiasen por otro equivalente, tomado del ambiente? Seguiría siendo yo...!! Por lo tanto, sólo soy una representación geométrica interna... y mi esencia es la topología...!! ” A partir de esa topología, algunos podrán constatar sus creencias.

Sin embargo, esta concepción todavía es pobre e incompleta. Rememorando una idea de Richard Feynman (el Maestro, Nobel de física que inspira aún a generaciones…): Si imaginamos al mundo como parecido a una gran partida de ajedrez que juegan los dioses, al cabo de un tiempo, observando, podemos entender las reglas del ajedrez, pero es difícil entender el por qué de cada movimiento. Así, debido a nuestra limitada mente, podemos considerar tan sólo a lo primero, lo más básico, como la comprensión de la naturaleza, lo segundo permanecerá como un misterio.

Por lo mismo, espero que se entienda cómo es que el sentido de lo trascendente no se afecta por el propio desparpajo en el reconocimiento de las falacias homocéntricas anteriores. Ciencia y espiritualidad son absolutamente compatibles. Sobretodo porque para amar no es necesario comprenderlo todo.

Voy más allá: No hay amor más fuerte que el de quien es capaz de dar su vida por el prójimo, aún sin saber si hay vida eterna.